
Malala creció entre los pasillos de la escuela de su padre, Ziauddin Yousafzai, y era una de las primeras alumnas de la clase. Cuando tenía diez años vio cómo su ciudad quedaba bajo el control de un grupo extremista, los talibanes. Armados, ellos vigilaban el valle noche y día, e impusieron muchas reglas. Prohibieron la música y el baile, expulsaron a las mujeres de las calles y determinaron que solo los niños podrían estudiar.Pero a Malala le habían enseñado desde que era pequeña a defender aquello en lo que creía y luchó por el derecho de continuar estudiando.